La arquitectura escolar de inspiración sarmientina

La arquitectura escolar argentina del siglo XIX alcanzó en su tiempo un importante prestigio en el país y en el exterior, y sus virtudes fueron ponderadas por múltiples viajeros extranjeros alrededor de 1910.

Un siglo después, buena parte de aquellos venerables edificios escolares siguen prestando un servicio eficiente, pese a que muchas personas no comprenden su gran valor. En la Argentina del siglo XIX hubo una arquitectura escolar importante como consecuencia de una clara comprensión de la dirigencia del país acerca de la vital importancia que tiene la educación para el progreso social y para la dignidad del hombre. Fue indudablemente Domingo Faustino Sarmiento el principal inspirador de la educación pública argentina, y, lo notable del caso, es la importancia que Sarmiento otorgó a la necesidad de una buena arquitectura escolar, tema al cual dedicó estudios minuciosos, llegando a desarrollar una teoría realmente de vanguardia científica.

Inspirándose en estas ideas, el Consejo Nacional de Educación desarrolló planes de edificación escolar que son modelo en su género. Básicamente, la teoría sarmientina consistía en que el edificio no fuera una simple construcción sino que brindara las comodidades y la escenografía propicias para la educación integral: intelectual, física y moral. El edificio escolar debía ser un instrumento didáctico por sí mismo, de modo que sus características colaboraran en la tarea pedagógica.

Tales condiciones se cumplieron plenamente en la mayoría los edificios escolares construidos por el arquitecto Carlos Morra hacia fines de siglo y comienzos del presente, y en multitud de escuelas edificadas a lo largo y a lo ancho del país por esos mismos años y en los sucesivos.

Estas construcciones, cuya jerarquía valoriza la importancia de la educación, y cuya organización interna sirve plenamente a las necesidades pedagógicas, merecen ser preservadas y mantenidas en sus funciones escolares ya que conservan permanente valor. Su calidad estética y funcional facilita una labor educativa de elevada excelencia tan necesaria en el momento actual.

Y por las mismas razones, debieran ser tenidas como fuente de inspiración para los diseños actuales, porque los principios arquitectónicos que transmiten, gozan de plena vigencia y darían un sentido más trascendente a las nuevas construcciones, aún cuando los lenguajes y las necesidades funcionales hayan variado con la evolución y la experiencia.

(Exordio, Gustavo A. Brandariz)