«El material arqueológico excavado en el Museo Etnográfico (Buenos Aires)»
El artículo titulado «El material arqueológico excavado en el Museo Etnográfico (Buenos Aires)» de Daniel Schávelzon (Director del Centro de Arqueología Urbana) ha sido presentado como ponencia en el XI Congreso Nacional de Arqueología Argentina, realizado en la localidad de San Rafael (provincia de Mendoza, Argentina), el día 26 de mayo de 1994.
Durante el año 1991 una excavación casual en el patio delantero del edificio del Museo Etnográfico permitió identificar un pozo antiguo con materiales culturales en su interior. Se trataba de las obras para instalar una cisterna de aqua corriente y al observarse que eran encontrados objetos cerámicos y de otros tipos se paró el trabajo. La falta de control en la excavación produjo que de la parte superior del conjunto se perdieran algunos objetos y que no fuera excavado con el rigor metodológico necesario. Fue una operación de rescate de pocas horas en la que se hizo lo posible dadas las condiciones de apuro en completar las instalaciones necesarias del edificio.
El pozo fue ubicado a dos metros de la reja exterior, cerca de la entrada al museo y media 90 cm. de ancho, siendo de forma circular aunque levemente irregular. Estratigráficamente su ubicación era clara ya que estaba cubierto par una capa de humus, luego tierra negra y había sido excavado en la arcilla estéril; es decir que se trataba de la parte inferior de un pozo del cual quedaban solo 1,20 ms. de profundidad. Las observaciones se hicieron en los perfiles que quedaron de la excavación hecha pop los trabajadores. Los dibujos son del Dr. José Pérez Gollán.
La interpretación es la siguiente: el pozo, como veremos más adelante, fue hecho desde la superficie hacia los inicios del siglo XVII, pensamos que podría ser 1630-1640 como luego se discute. Se trata de un pozo de los llamados negro o ciego construidos en relación a letrinas y donde se arrojaban basuras para su cancelación al quedar saturados. Una gruesa capa de detritus orgánicos color verde cubría la superficie interior lo cual es indicativo de ese uso. La relación de temporalidad entre la excavación del pozo y su rellenado es imposible de conocer, pero habitualmente y en función de la poca profundidad de este -en origen no debió tener más de tres metros de hondo- no pasaban muchos años, debido a la baja capacidad de absorción de la arcilla; cuando se lo hacía para servir por largo tiempo llegaban par lo menos hasta la primera napa freática que los lavaba y facilitaba el drenaje (Schávelzon 1992).
No se ha investigado la historia del lote en detalle con anterioridad al siglo XIX, pero sabemos que los niveles del terreno han cambiado y eso se observa con el hecho de que el piso del museo y de los edificios linderos poseen un desnivel diferente al de la calle y de las construcciones hechas en el siglo XX. Antes del museo actual, construido en 1878, había en el lugar un enorme edificio que era usado como depósitos de la aduana. El nivel de piso de esa construcción debió ser similar al actual del museo y ese debió ser el correspondiente a la calle; en algún momento anterior a esa fecha se modificó el declive de la bajada al río, sea por el tranvia, por instalaciones sanitarias u otro objetivo, obligando a darle al jardín la forma especial que ahora tiene. Fue precisamente en esa modificación cuando se destruyó la parte superior del pozo para lograr el desnivel que va desde las medianeras hasta el sector central y que posibilitara el acceso al edificio. Esa destrucción está probada por el hecho de que todo lo encontrado forma conjuntos que casi siempre pueden pegarse entre sí aunque sólo formando partes de objetos que nunca están completos. Habitualmente el patrón deposicional en este tipo de rellenos domiciliarios es de piezas rotas pero completas y raramente se descartan sólo partes; menos aún en forma sistemática como sucede aquí con las botellas de las que hubo doce bases enteras y sus paredes y ningún pico.
Cabe referirse a la ubicación del pozo en si mismo lo que es raro, ya que lo habitual es que éstos se hallen en la parte posterior de la vivienda. Eso nos obliga a pensar en dos posibles alternativas: una es que en esa época la lotificación urbana era incipiente, irregular, y aún no se habían delimitado con precisión las manzanas coma sí lo fueron en el siglo siguiente; la otra es que en el siglo XVII el tipo de vivienda existente no respetaba ni la línea municipal ni los límites medianeros, posibilitando el acceso al lote desde diversos caminos internos dentro de la manzana; el conocimiento del tema es reciente y casi no hay estudios sobre la arquitectura y la lotificación porteña anterior al siglo XVIII (Novick y Giunta 1992).
Se hallaron huesos de animales pero no han sido estudiados aún.
I) Materiales cerámicos
A. Cerámica indigena
A.1 Cerámicas rústicas; se trata de tres fragmentos de tradición guaraní todos de la misma pieza posiblemente globular, de pasta negra, granulometría gruesa, restos de hollín en su cara exterior, con un engobe gris claro en superficie alisada. Las paredes internas son ligeramente mas oscuras y mide hasta 8 mm. de espesor. No hubo bordes ni bases. Son parte del conjunto habitual de esas cerámicas en la ciudad en épocas tempranas pero lo reducido de la muestra impide clasificarlas mejor.
A.2 Cerámica pintada; se hallaron tres fragmentos que pertenecen a la misma pieza y fueron unidos formando una sección de una vasija globular de gran tamaño, paredes de hasta 1,10 cm. de espesor, pasta gruesa y oscura, pared interna negra y superficie exterior con un engobe blanco/crema con pintura color ocre. El motivo ornamental posee dos patrones, uno en forma de líneas rectas entrecruzadas en forma irregular y otro en la parte inferior de triángulos de superficies llenas. Ese tipo de cerámica es nuevo y nunca había sido hallaron en Buenos Aires. Puede asumirse un origen guaraní pero muy transculturado.
B. Cerámicas mestizas
B.1 Monocroma Roja: se trata de la tradicional cerámica rojiza litoraleña que por un lado es de tradición indígena en su manufactura y pasta, pero las formas y decoración son indudablemente europeas; se hallaron cuatro fragmentos, dos de ellos formando parte de una misma pieza. La pasta es color gris con mica de desgrasante, la pared interior es de similar color y la exterior es roja pintada con evidencias de haber sido expuesta repetidamente al fuego. No se pudo identificar formas.
C. Cerámicas españolas
C.1 Lebrillo verde; es el conjunto de objetos más significativo de todo el grupo ya que es una cerámica típica del siglo XVI y poco habitual en Buenos Aires hasta la fecha. Ha sido descripta por Goodin (1968) y otros autores (Deagan 1987; Russel, Skowronek y Jhonson 1988) con diferentes nombres dentro de la misma definición. Se trata de seis fragmentos hechos en torno, cubiertos en el interior con un grueso vidriado de plomo color verde de buena calidad; son dos lebrillos de grandes dimensiones, de 80 cm. y de 100 cm. de diámetro exterior y sus espesores de pared son de hasta 1,5 cm. lo cual indica dos piezas grandes, extremadamente pesadas, aunque eso también es habitual en lo que muestra la bibliografía. Uno de ellos tiene el borde con un punteado y las formas y caracteristicas se emparentan en todo con el tipo Verde sobre Amarillo de Pasta Roja que definimos en otra oportunidad (Schávelzon 1991a). De los otros tres fragmentos uno no es posible atribuirlo a una forma precisa pero dos son escudillas de 15 y 17 cm. de diámetro con vidriado verde al exterior y amarillo al interior, con el borde ligeramente evertido.
C.2 Verde sabre Amarillo de Pasta Blanca; se trata de un fragmento de lebrillo de diámetro máximo 33 cm., con su habitual pasta blanquecina y cubierta vidriada de plomo color amarillo fuerte; la altura del recipiente fue de 6 cm. y al exterior sólo tiene salpicaduras. Este tipo fue definido por nosotros (1991a) y ha sido común en Colania, Uruguay, en contextos del siglo XVII tardio y XVIII (Schávelzon 1991b). Por su pasta, con marcadas intrusiones, lo delgado de la cubierta y algunas formas de manijas se emparentan con el tipo El Morro aunque no hay referencias para otras regiones de América Latina.
C.3 Botijas; es la úica pieza completa del conjunto y se logró armar pese a las docenas de fragmentos en que se había roto. Se trata de las clásicas vasijas usadas para transportar aceite de oliva y productos líquidos, nunca tienen base y debían transportarse acostadas. A partir del estudio de Goodin (1960) la bibliografía es enorme e imposible siquiera de citar, aunque debemos destacar para el estudio de esta vasija en particular el trabajo publicado por James (1988). El ejemplar encontrado mide 28 cm. de alto y tiene un ancho máximo de 20 cm., hecho en torno con un vidriado interior color verde de muy mala calidad, prácticamente inexistente. Como siempre poseen en la cara exterior un ligerísimo engobe blanco y las marcas del torno en toda su superficie. Tipológicamente se encuadra dentro del llamado Estilo Medio fechado entre el siglo XVI tardío y el XVIII.
C.4 Mayólicas Tipo Morisco, – Sevilla Azul sobre Azul; un tipo nuevo en Buenos Aires, definido por Goggin (1968) como Ichtuknee Azul sobre Azul y Guadalquivir por Lister y Lister (1982) y luego redenominada por Deagan (1987); su cronología ha sido establecida entre 1550 y 1640. Se trata de la clásica mayólica de pasta tipo Morisco de color blanco, con vidriado de estaño color celeste con motivos pintados azules en forma de círculos concéntricos al centro y curvas superpuestas cerca del borde, a veces con flores o motivos naturales. Está sin duda emparentado con la decoración de la cerámica Santo Domingo de los mismos años. Las bases son las típicas del siglo XVII en las que la pata se despega del círculo rehundido de la base, aunque sin ser tan marcada como la del siglo siguiente. Se identificaron dos escudillas, forma tradicional española.
-Columbia Liso; otro tipo común en el sigle XVI y habitual en Buenos Aires en que lo hemos encontrado en cantidad para la época temprana. Se logró identificar por lo menos cuatro diferentes objetos en los seis fragmentos siendo todos ellos platos. Se trata de pasta del Tipo Morisco cubierta con vidriado de estaño blanco mate, habitualmente poseen cuarteaduras y pequeños agujeritos pero hay un caso en que la cubierta es de calidad, lo cual es común en las cerámicas más tardías de ese tipo. Un fragmento de base indica su ubicación en el siglo XVI temprano, al igual que un plato hondo de 24 cm. de diámetro (Lister y Lister 1982).
-Otros: hay dos fragmentos que no han podido ser clasificados ambos de Pasta Morisca y vidriado de estaño blanco pintados en azul, uno por lo pequeño, el otro por poseer un motivo ornamental no conocido formado por dos círculos concéntricos cerca del borde con una guarda de estrellas encerradas en círculos.
C.5 Tinajas y otras cerámicas utilitarias; se encontró fragmentos que corresponden a diversos tipos no claramente identificados aún. Podemos enlistar una tinaja de torno con las marcas al exterior como en las botijas, de base plana de 16 cm. de diámetro exterior, pasta naranja, paredes de 5mm. de espesor, de la cual hubo doce fragmentos, de ellos siete pudieron unirse entre sí. Otra tinaja es de pasta roja con desgrasante grueso de la cual hubo nueve fragmentos con boca y base, el diámetro exterior de la boca es de 16 cm.. Una tercer pieza es un clásico cuenco, forma que se usó sólo hasta los inicios del siglo XVII (Lister y Lister 1976). Se caracteriza por su base muy reducida y su boca extremadamente abierta. Los once fragmentos pudieron unirse en su mayor parte con lo que se logró una buena visión de esta extraña cerámica. La pasta es gris con desgrasante de mica, hecho en torno, paredes de 6 mm., borde hacia abajo y su pasta puede emparentarse con El Morro. Las dimensiones máximas son: boca 30 cm., alto 8 cm. y base 9 cm. Un cuarto objeto fue una orza, un tipo particular de tinaja, del cual se halló tres fragmentos incluidos entre ellos la base y parte de la boca. Se trata de una pasta de alta calidad, roja, muy fina, de granos muy pequeños y mica, las paredes miden menos de 2 mm. de espesor lo que es signo de una excelente manufactura y la boca 12 cm. de diámetro; debió tener unos 35 cm. de altura. Para terminar debemos citar un fragmento de borde con manija el cual es idéntico en su forma a los de El Morro y a los del Verde sobre Amarillo de Pasta Blanca, pero en este caso no tiene vidriado y su pasta es gris, lo cual muestra todo lo que aún falta recorrer en la clasificación de estos tipos cerámicos rústícos y la interconexión que hay entre ellos.
Exíste un único objeto que no puede incluirse en ninguna categoría preexistente: se trata de un fragmento de borde de una vasija de pared muy delgada, de 2 mm. de espesor, hecho de un material blanco similar al yeso que se pulveriza al menor contacto; posee marcas de torneado en su superficie y no hay evidencias de cubierta vidriada alguna. Es lógico pensar que sí la hubo y que esta se perdió por completo, de otra forma es dificil que hubiera podido ser usada. El diámetro debió ser de 41 cm.
II) Objetos de metal
Se hallaron pocos objetos y todos en un estado tremendo de oxidación, pese a lo cual fue posible identificar sus formas originales. Se trata de los siguientes:
- Cobre; dos fragmentos que pudieron unirse de un objeto rectangular, plano, no identificado, que mide 55 par 2 pop 2 mm.
- Hierro;
— hoja de cuchillo de aproximadamente 20 cm. de largo y un ancho maximo de unos 3 cm., curvo, de metal de baja calidad, con marca en forma de un ancla en su lado izquierdo cerca de la empuñadura. Esta mide 15 mm. de largo y está colocada en forma horizontal. No ha podido aún ser clasificada pero posiblemente provenga de Birmingham, Inglaterra, donde esas marcas han sído habituales.
– Gozne simple de una puerta o ventana, es decir el sostén de lo que ahora es una bisagra. Se trata de un objeto habitual en excavaciones de contextos urbanos; midió unos 45 mm. de largo por un ancho máximo de 28 mm., está forjado a mano y quedan aún las restos del perno vertical que pivotaba dentro de él.
III) Botellas de vidrio
Se encontró un conjunto de más de doscientos fragmentos de vidrio. Todos de ellos pertenecen a un conjunto de doce botellas par lo menos, ya que ese es el número de bases presentes, pero así como éstas están en buen estado no se halló ningún pico y sólo un par de fragmentos de hombros, como tampoco partes del cuello. Es decir que, o las botellas fueron arrojadas ya sin la parte superior -no hay signos de corte funcional-, o quedaron colocadas en el pozo de tal forma que al ser destruida la parte superior de éste, se rompieron y sus fragmentos se fueron al quitar la tierra de esa parte.
Todas las botellas eran de base cuadrada semejantes a las clásicas botellas de ginebra que se ímportaban del norte europeo durante el siglo XIX en Buenos Aires, aunque la forma, las dimensiones más grandes, la irregularidad y la pasta indica que el conjunto es anterior al siglo XVIII. En varios sentidos son similares a las de Cayastá y a otros lugares de América Latina colonial y comprueban una vez más que la botella cilíndrica de tradición inglesa no existe antes del siglo XVIII. La altura máxima comprobada es de unos 20 cm.; las bases miden entre 6,8 la menor hasta 11,5 la más grande, siendo el promedio de 9,89 cm. Todas son sopladas con la marca del puntero en la base (Jones 1971) y luego se le dió la forma con una paleta de madera. Hay que destacar que las más grandes son del clásico color verde-negro, pero hay dos de las más chicas de color celeste aguamarina.
Al parecer por lo menos una botella tuvo su superficie exterior pintada con la técnica del dorado, formando motivos de entrelaces y ramazones habituales en el siglo XVI. Este tipo de ornamentación es tradicional árabe y se mantuvo en España por algún tiempo después de la Reconquista. No teníamos referencias a la existencia de ese tipo de decoración en botellas en el país; en total se hallaron siete fragmentos con pintura, los cuales son todos de la misma pieza.
IV) Materiales de construcción
- Tejas; se hallaron once fragmentos de tejas del tipo español hechas a mano y por los fragmentos tuvieron las grandes dimensiones habituales en la época colonial. Los bordes tienen medidas que oscilan alrededor de los 9 mm. y el espesor en la parte central de 15 mm. Un ejemplar posee dos marcas en su superficie exterior hechas con un cuchillo o elemento cortante; es posible que haya sido parte de un dibujo ya que en Cayastá se han conservado muchas con inscripciones (Zapata Gollán 1983). La manufactura es la tradicional y están hechas sobre moldes de madera con la forma, lo que deja la habitual textura de la parte inferior, la parte superior alisada con una madera y los bordes terminados con una segunda pasada.
- Ladrillo; hubo en total tres fragmentos, uno de ellos muy rodado y gastado, otro muy quemado a tal grado que la cerámica comenzó a vitrificarse en color gris, con pasta roja de buena granulometría; el tercer fragmento es más grande y nos indica un espesor de 4 cm. y un ancho y largo que sobrepasaron los 14 y 14,5 cm. que es lo que se conservó; fueron hechos en moldes de madera con base.
V) Material lítico
Se encontraron mezclados con las cerámicas y otros objetos un grupo de veintiún piedras o fragmentos de ellas de diversos orígenes, siendo once cantos rodados grandes cuya dimensión máxima es de 15 cm. Sólo una presentó posibles signos de abrasión y uso como mano de mortero. También se encontraron cuatro nódulos de tosca que posiblemente vinieron junto con la tierra del relleno. La función de estos objetos es desconocida ya que no había piedras en la ciudad y sus alrededores inmediatos, aún no se habían iniciado los empedrados urbanos y no son del tamaño adecuado para algún emprendimiento arquitectónico.
La ubicación cronológica:
Es sumamente difícil establecer un contexto cronológico sin contar con ningún elemento estratigráfico salvo el que este pozo sea anterior a la construcción misma del museo en 1878, lo que es poco por cierto. De todas formas los materiales en sí mismos pueden ser fechados con cierto rigor y el conjunto completo nos da indicaciones acerca de la posible fecha de relleno del pozo.
Son varias las cerámicas que nos pueden dar pistas para el fechamiento: en primer lugar las mayólicas, de la cual la Sevilla Azul sobre Azul fue usada entre 1550 y 1630; en segundo lugar la Columbia Lisa que se ubica entre 1490 y 1650. Los otros fragmentos no son fechables por ahora, de todas formas se trata de 16 de un total de 18, es decir que representan el 89,9% de las mayólicas. Las cerámicas con vidriado de plomo son también marcadores de cierta precisión en especial el Lebrillo Verde ubicado entre 1490 y 1650; la cerámica El Morro aunque su presencia no es clara sus formas si están presentes, cubre todo el período colonial, y el Verde sobre Amarillo de Pasta Blanca lo hemos ubicado en principio entre 1650 y 1780 aproximadamente; también el cuenco descrito es anterior a 1600. A todo esto debemos sumarle el hecho de que los demás tipos cerámicos tienen una existencia amplia, cubriendo casi toda la época colonial, lo cual no es inconveniente para el fechamiento que proponemos. También debe tomarse en cuenta la presencia de ladrillos y tejas; sabemos por la bibliografía que ambos se empezaron a fabricar en Buenos Aires en 1608 y se fueron haciendo más comunes en la primera mitad de ese siglo (Furlong 1946). Asimismo la cerámica mestiza no puede ubicarse en los años más tempranos de la conquista ya que debió pasar algún tiempo hasta que la aculturización fuese posible, aunque sabemos que continuó en uso hasta el siglo XVIII.
Todo esto nos lleva a pensar en un fechamiento que oscila entre 1610 y 1650 como máximo, tendiendo a centrarnos hacia la mitad de ese período, quizás hacia 1630-1640. De ser así se trata del conjunto de objetos más antiguo de Buenos Aires hallado como unidad y sin intrusiones posteríores.
Desde la historia urbana y arquitectónica el fechamiento debe ser anterior a la implantación de las Ordenanzas Reales de 1784, por los cuales la fachada de la vivienda debía estar sobre la línea municipal de vereda. Si bien esto no significó la destrucción de las casas que estaban colocadas invertidas en los lotes -por lo que sí podían tener la letrina en lo que ahora es el frente, por lo menos ya no fue posible construir nada de esa manera. Pero más allá de eso, pensamos que la ubicación del pozo en ese lugar sólo puede corresponder a una etapa muy temprana de la construcción de la ciudad, cuando aún no estaban consolidadas las manzanas ni siquiera en el casco histórico.
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