«Tareas de Conservación – Restauración»
El artículo «Tareas de Conservación – Restauración», de Patricia Frazzi, ha sido publicado en El Área Fundacional de Puerto Deseado: estudios de arqueología histórica, editado por De los Cuatro Vientos, en la ciudad de Buenos Aires, año 2008, páginas 167 a 174.
La presencia de un conservador en una campaña arqueológica es un aporte interdisciplinario para mejorar la preservación de los objetos rescatados durante la excavación. Teniendo en cuenta que la arqueología se basa en el estudio e interpretación de este material es importante tener un profesional que los “cuide” con una mirada y formación profesional específica. Un conservador minimiza el impacto que sufren los fragmentos cuando son sacados de la tierra donde estuvieron durante muchos años en un cierto equilibrio. Cuando son excavados entran en contacto con un nuevo medioambiente, generalmente con más luz y menos humedad. Esto provoca serios deterioros especialmente en materiales de origen orgánico. El conservador conoce la materia prima y el alcance de los posibles deterioros que pueden sufrir los objetos, razón por la cual colabora en su manipulación, extracción y embalaje provisorio en el sitio.
Hay que tener en cuenta que cada fragmento es diferente y por lo tanto debe ser tratado de una forma particular. Todos los objetos están compuestos por distintos elementos con características propias. Por ejemplo la porcelana y la terracota son dos elementos cerámicos, pero hechos con diferentes materias primas además de que la tecnología usada para su fabricación les otorga distintas cualidades tanto físicas como químicas1. A su vez los procesos tafonómicos o procesos de alteración, producen cambios que alteran la estructura original. Por ejemplo, un ladrillo enterrado junto a un fragmento de hierro en un suelo húmedo y poroso seguramente se extraerá con concreciones de óxido de hierro, aunque el objeto metálico ya se haya desintegrado. Si esa tierra, a su vez tiene sales, las mismas aflorarán cuando el ladrillo pierda humedad en contacto con un ambiente más seco. Las sales rompen la estructura cerámica y la contracción volumétrica produce primero rajaduras y luego desprendimientos que llevan a la destrucción del objeto de estudio. Este ejemplo es sólo una posibilidad de los daños ocasionados en una circunstancia específica que muestra la importancia de manejar la mayor cantidad posible de variables para comprender los procesos de deterioro y tratar de contrarrestarlos.
El traslado de los materiales es un momento crítico en la conservación de los mismos. Un embalaje deficiente, manipulación incorrecta o un estibaje inadecuado dentro de un transporte, son algunos de los motivos más comunes por los cuales una pieza puede quebrarse o peor aun, fragmentarse.
El conservador continúa su tarea en el laboratorio, con la limpieza del material que se realiza por vía seca o húmeda teniendo en cuenta su composición y estado de conservación.
Algunos de todos los objetos encontrados y conservados, se eligen para ser restaurados. Las intervenciones se hacen para mejorar la estabilidad o por su significación, sea histórica, estética o de otro tipo. También pueden realizarse con el fin de exhibición y divulgación. La decisión sobre la intervención de un objeto se consulta en forma conjunta con el equipo de trabajo.
El embalaje definitivo en un depósito y el registro fotográfico y documental de los tratamientos y materiales utilizados también son de la incumbencia de un conservador- restaurador.
Todas estas tareas van acompañadas teniendo en cuenta la conservación preventiva que abarca una serie de medidas a tomar para garantizar la conservación y mantenimiento de los bienes culturales. Para ello hay que evaluar los factores de riesgo que puedan modificar la estructura de los materiales tales como el medio ambiente, control de plagas, transporte, embalaje, depósito, manipulación, montaje y exhibición, seguridad, cambio de formato para registro, y preparación y respuesta para imprevistos2.
Los trabajos de conservación y restauración de los objetos y fragmentos provenientes del área de estudio se basaron en la protección del material en el sitio, en realizar mínimas intervenciones en el lugar de trabajo, y en el embalaje para su depósito.
Dado el límite concreto de tiempo de las campañas, el mayor desafío fue la programación y coordinación de la metodología de trabajo para concluirla cumpliendo con todas las etapas.
Durante la excavación se realizó el embalaje provisorio con el siglado correspondiente para la identificación del sector y nivel de donde provenía cada fragmento. Los huesos se embalaron aparte teniendo en cuenta su fragilidad y su particular composición. Los materiales inorgánicos se guardaron juntos, por nivel, con algunas excepciones como por ejemplo los vidrios de botella con restos de etiquetas, botones metálicos atacados por la corrosión, cueros y textiles, los que se embalaron en forma individual de acuerdo a su estado de conservación y problemática.
Todo el material fue limpiado para su identificación. Parte del mismo fue lavado con agua corriente y secado. A este grupo corresponden la cerámica, el vidrio, los objetos líticos, malacológicos y parte del de metal; igualmente se trató el conjunto óseo que estaba en buen estado de conservación. Los fragmentos de origen orgánico se limpiaron en seco con pinceles de pelos suaves. Los textiles y cueros se envolvieron en gasas y se embalaron en bolsas de polipropileno.
Debido al interés de las autoridades de exhibir parte de los hallazgos, las balas y botones de cobre se limpiaron por vía química. Se sumergieron en ácido acético al 4% hasta observar el desprendimiento de las concreciones y luego se enjuagaron primero con agua corriente y finalmente con una solución de bicarbonato de sodio en agua destilada para neutralizar los efectos del ácido. Finalmente se secaron con calor y se embalaron en bolsas de polipropileno.
También se realizaron adhesiones remontando fragmentos de un mismo objeto como con las botellas de gres, una botija española hallada bajo un cimiento, una pipa francesa y fragmentos de loza inglesa blanca de un recipiente de base ovalada.
El embalaje se hizo en cajas rígidas agrupando los materiales según su materia prima. Junto a los arqueólogos se eligió el material destinado para exhibición y se lo embaló en forma separada para facilitar su manipulación posterior.
Quedaría por detallar la presencia de un camafeo metálico encontrado entero con restos de lo que habría sido una fotografía en su interior. Como estaba compuesto de diversas partes, cada una hecha de diferente material, significaba un mayor grado de complejidad para su conservación. Se desmontaron cada una de las partes y se trataron de acuerdo a su materia prima, bronce, vidrio y restos de papel.
La experiencia resultó altamente interesante ya que en pocos días y en forma simultanea con la excavación, se lograron establecer los mecanismos para llevar adelante todas estas acciones y dejar las piezas listas para exhibir.
Bibliografía
Cronyn, J. M., The Elements of Archaeological Conservation, Routledge, London and New York, 1990.
Frazzi Patricia, “ Conservación preventiva para objetos arqueológicos históricos en contextos urbanos”, Estudos Ibero-Americanos. PUCRS, Vol. XXVIII, no. 2, pp. 95-111, Porto Alegre, Brasil, diciembre 2002
Matson, Frederick R., Archaelogical Ceramics and the Physical Sciencs: Problem Definition and Results, Jaqueline S. Olin, Alan D. Franflin Editors, Smithsonian Institution Press, Whashington D. C, 1982
Schneider Glantz, Renata, Conservación in situ de materiales arqueológicos, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, 2001.
Referencias
1 Matson, Frederick R., Archaeological Ceramics and the Physical Sciences: Problem Definition and Results, Jacqueline S. Olin, Alan D. Franklin Editors, Smithsonian Institution Press, Washington D. C., pág.20, 1982
2 Frazzi Patricia,“ Conservación preventiva para objetos arqueológicos históricos en contextos urbanos”, Estudos Ibero-Americanos. PUCRS, Vol. XXVIII, no. 2, pp. 95-111, Porto Alegre, Brasil, diciembre 2002